Julio Noel

Caminaba el revoltoso riachuelo

Caminaba el revoltoso riachuelo

entre agrestes y fieros roquedales,

como risueño y saltarín chicuelo

entre rústicos y zafios zagales.

En su espejo contempló la amapola

de carmín llena su cara hermosa,

el rubor se le subió como una ola

al verse tan bella como una rosa.

La encendida aurora brilló en el cielo

con los fulgores de vivos corales,

fue revelando de la noche el velo

y libando el rocío en los rosales.

El río se ocultó tras una aureola

de azules cristales, sutil y acuosa,

en pos de sí se llevó la batahola

de una lluvia etérea y silenciosa.