Danny McGee

LA CHICA DEL TREN TRANS.

LA CHICA DEL TREN TRANS.

Se vio silbando el tren… el tren en la estación. Llegaba medianoche; y el hombre, sus ojos, su lágrima sombría, su pelo, su bolso, su ida a otra ciudad, eran todas sus razones acunadas para un sueño. Miraba: su boleto, sus manos retocadas y su paz envuelta en lágrimas. La chica se miraba, y en todo lo que había buscaba una mañana.

La chica del tren trans. La chica se miraba y no era fácil ser real.

Una luna despiadada le reía en la partida; su palabra hallada en llamas con sujetos se extendía. Asomada a la ventana (como lágrima en los ojos), hizo un giro en la mirada con aceros luminosos.

La chica del tren trans. La chica se miraba y no era fácil ser real.

Por imágenes cegadas, un minuto le dio al tiempo, a la frase que da espaldas sin probados miramientos. A la chica fue el ayer: el espejo que era el infante, el dolor, la fe, el desdén y la marca semejante.

La chica del tren trans. La chica se miraba y no era fácil ser real.

Se vio silbando el tren… el tren en la estación. Pasaba medianoche; y el hombre, sus ojos, su lágrima sombría, su pelo, su bolso, su ida a otra ciudad, fueron plastas de emociones apiladas para un sueño. Miraba: su secreto, sus manos recortadas y su paz envuelta en lágrimas. La chica se miraba, y en todo lo que había buscaba una mañana.

La chica del tren trans. La chica se miraba y no era fácil ser real.