Rodrigo A. Alvarenga

Querube

A gritos, nos pedían un beso.

A sus espaldas, nos comimos el deseo.

Sobrio, aprecié tus labios.

Con mi mano, contemplé tu rostro;

mi pulgar, se perdió en tu pómulo,

los demás,

incrédulos, 

discutieron entre ellos:

‘Un querube’, dijo el cordial.

‘Gaia’, corrigió el anular.

 

Porque al tocarte, inició mi vida.

Al probarte, escapé de mis pesadillas.

Observándote...,

sanaron mis heridas.