Danny McGee

LA SOÑADORA.

LA SOÑADORA.

Se le ve la mirada en sueños, tocada por una magia y, por cada noche, encantada. Y, a veces, por el desvelo, se va como libre el hada se ve por el hondo cielo.
Hay ojos para el mañana y hay otros para el recuerdo.

Se le ve la luz de los labios, clavada por tanta vida y alzada por mucho encanto. Y, a veces, por lo besado, se va por el terso manto del bello cielo estrellado.
Hay labios para el mañana y hay otros para el pasado.

Hay versos que escriben solos, y que pasan, con el tiempo, a ser algo de nosotros. Hay ojos que dicen todo, y sólo por ese hecho de ser mucho más que ojos.

Se le ve la mirada en sueños, tocada por una magia y, por cada noche, inspirada. Y, a veces, por el desvelo, se va como libre el hada se ve por el hondo cielo.
Hay ojos para el mañana y hay otros para el recuerdo.

Se le ve la luz de los labios, clavada por tanta vida y alzada por tal impacto. Y, a veces, por lo besado, se va por el terso manto del bello cielo estrellado.
Hay labios para el mañana y hay otros para el pasado.

Hay versos que escriben solos, y que pasan, con el tiempo, a ser algo de nosotros. Hay ojos que dicen todo, y sólo por ese hecho de ser mucho más que ojos.

Se le va su noche en silencio, y, pronto, su pensamiento se va convirtiendo en sueño. Se duerme al amanecer, se ve soñando de pie… y todo vuelve otra vez.
Hay sueños para el mañana y hay otros para el ayer.