E. Esposito

Soneto XXV

Ahogada en deprimente botella.

Afligida por penas silenciosas.

Taciturna, vislumbro esa huella

en mi pecho de tus letras fogosas.

 

Entonces, canta, oh, poetisa bella

con tus etéreas cuerdas preciosas.

Entonces, canta, canta fuerte, aquella

tonada llanera no tan melosa.

 

Tu ausencia es presencia en mi consciente

golpeado por tu arte maravilloso,

fantasioso, misetrioso, elocuente.

 

Poetisa, escucha mi lloroso

corazón, ya no es el mismo latente

de tumba’os candentes. Silencioso.