Elisa es

Ella-yo-nadie-él-somos-nada

Recuerdo sus labios, su boca, su sonrisa, sus palabras, su verdad. La amo, la extraño, la quiero conmigo, cerca, sabiendo que está bien, sabiendo que está aquí, que sigue soñando, que sonríe, que lucha por el amor... el amor... sólo ella cree en el amor, es su razón para vivir; es la energía que la impulsa; y toda ella es amor, y toda ella enloquece, te atrapa, te arropa, te encanta, porque solo ella es amor, pero no lo sabe, busca en otros ojos, lo que el reflejo de si misma emana. Y te canta, y te arruya. Es ella, es amor, lejano, solitario; la extraño.

Y luego, flotando, en el fondo de un deseo que se niega a morir, porque nació siendo un soñador, de esos que viven para soñar, y no viven si no sueñan. Y se tuercen de suspiros, de imágenes inalcanzables, de voces que no escuchan, que no existen. Yo. 

Entre canciones y euforia. Sudor y deseo, nostalgia y anhelo, eso es él, intocable, insaciable, incomprensible. Me toca y me suelta, porque jamás será mío, y yo jamás seré. Él, con sus colores de paz, con calma y su razón, inquebrantable, él, y no yo, nunca yo, jamás yo. 

... entre gritos y rabia, recuerdos y sangre, somos inseparables, nosotros, ay nosotros, sonrío, porque esa vida que no es mía me mantiene viva. Nosotros.

Y yo, nuevamente, nada.