RICARDO ALVAREZ

DOS PALABRAS

 

 

 

 

 

 

La noche abre sus parpados,

testimonio velado que progresa

solo dos palabras silabea,

Amor, ternura,

al nido del tálamo,

fontana constante,

caudales sin ojos testigos,

siempre retrocede el escaparate

en su imperio noctívago

a conquistar el reducto enamorado.

 

El sol esboza lumen de prismas

y en mis manos fulgura el oriente.

Hallo iridiscencia de luciérnagas

en los faros febriles.

El crespón bermejo del gallo

augura presencia del beso abatido

en las pérgolas de mis labios.

 

Ribetes de noche estremecida,

despabilar en copa acuosa

desvelado ya el sueño del letargo

su boca de panales, elixir de atavismo

combatiente leona rugiente,

acoplas adyacencias con el enemigo

 

Enjugas los labios en copa Prístina,

amanecer ciñendo su cintura

y mis dedos explorando otros paraísos.

Ciega la aurora con tu suavidad salvaje,

lucerna permeable de tenue cárdeno

envaina el cabeceo del sol que se inclina

al portal diurno del horizonte con soltura.

 

Abro mis palmos en quietud plácida,

boceto grácil de arquitectura

aún laxa pareces erguida

como estatua griega, columnas de ambrosía,

carnal Venusina pisas el oro de la espiga

en ostentación distraída, galáctica

 largos muslos amueblan el crepúsculo matutino.

 

 

De LLUEVE EL VIENTO EN LOS TEJADOS-  Publicado en julio 2019 - Ed. PALIBROS - N.YORK - EEUU

Hecho el Depósito según la ley 11-723- registro de autores.