Inmovil en blanco

Castillo y su príncipe.

Un palacio de cristal, velas que alumbran,
paredes transparentes, tranquilidad.

Un perfume tenue de libertad,
un silencio que me acompaña,
aún no me quité las legañas,
aún me levanté de cosas imaginarias

De fondo una dulce melodía,
formada por viento y hojas,
pajaritos que se disponen a bailar,
grillos compartiendo experiencias,
de noche la paz aún más brilla.

Un prado alumbrado por la luna,
en el lago el reflejo de las estrellas.
No sé si estoy en el espacio,
o el mundo está del revés.

Luciérnagas que nadan por el aire,
vistiéndolo de colores a su paso,
alumbrando la curiosa noche,
buceando entre metáforas los peces,
meciéndose entre olas de palabras.

Un príncipe condenado al desastre,
admira la belleza de lo que sueña ver,
anhelando escapar de su castillo,
obligado a evitar su anunciado derrumbe.

El príncipe quisiera caminar sobre las nubes,
bailar al son de sonidos naturales.
Pero solo aguanta del castillo los pilares,
solo se corta con afilados cristales.

Sueña con estrellas fugaces,
brillar con fuerza y desaparecer con ellas.
Pero ahora enjaulado,
en una cárcel de cristal, vive,
mientras las cosas bellas, simplemente,
las sueña.