Danny McGee

LA CHICA ABRAZÓ EL ÁRBOL.

La chica abrazó el árbol.

Se fue a los bosques, una tarde entre los rayos solares, a ver el milenario árbol de los sueños, a hallar en los paisajes los encantos bajo el viento. Se fue entre los verdores de la gran naturaleza, con el alma hecha burbuja y con la risa en nubes hecha.
Se fue… la chica fue a los bosques, al rincón indomable de la gran vegetación. Por dejar el corazón, se invirtieron los colores: el del árbol abrazado y el del cuerpo hecho de flores.

La chica abrazó el árbol, el árbol de los sueños, el árbol milenario que le vio su bello cuerpo.

A la tarde, entre los años, jamás se le pasaron unos versos más divinos, ni el árbol vio una musa que igualara mejor sueño. Corre el río, otras cascadas, pero nunca fue a la tarde otra imagen más perfecta que la siempre recordada.
A la vez, colgada al sueño, la niña nunca supo de otro sol bajo otro viento: en imágenes, tendida, muy cercana a la distancia, siempre en ella vio raíces similares al recuerdo.

La chica abrazó el árbol, el árbol de los sueños, el árbol milenario que le vio su bello cuerpo.