Armando Cano

VIENTO SOLANO.

 


Tus pechos tan largamente deseados,
por mis labios y mis manos,
por mis inconfesables sueños
y mi lecho junto al mar,
me mantienen en singular desvelo,
con los pies despegados del suelo
y el cuerpo lleno de sal
me veo en ellos naufragar.
Esas inagotables fuentes de alegría,
de dicha, de sorpresas, de coral,
me hacen perder la conciencia
y en sus lácteas costas encallar.
Son barca, remo, ola, bahía,
gaviotas en mar abierto,
plateadas lunas alumbrando un incontrolable
y explosivo volcán.
Me mantengo a la deriva, siempre a la deriva
empujado por viento solano,
y sin tener un mástil, una vela,
que sirva en mi destrozada nave
a buen puerto llegar.

© Armando Cano.