Ay!, Venus, bella diosa.
Ayer la contemplé por sus balcones,
era igual a una rosa.
Tenía dos blasones
que cuidaban su garbo y emociones.
Afrodita, tus ojos
no desmerezco, pero los suyos,
son los cándidos rojos
y de hermosos capullos
que se abren contemplando sus orgullos.
Es Magna poesía,
debajo de su voz cuando respira.
¡Y qué sabiduría
escancia si suspira!
Yo pude oír su voz: es como lira.
Mirad, toda su veste.
No existe algo que sea semejante:
Son olas del oeste,
de un azul elegante
que refleja la luna y su menguante.
Sus labios son el mosto
de un vino fermentado en carne viva.
Dulces uvas de agosto,
que desvela y cautiva,
con ósculos de Magna fugitiva
¡Ay!, hermosa Medusa,
¡qué terrible fue esa cabellera!
Pero existe una musa
con crin de primavera,
de sus hebras se encienden mil hogueras.
Sus rubores son lirios,
que crecen al jardín de sus mejillas,
son hordas de delirios,
que suenan cual cuchillas.
Piel matizada, Magna cuando brillas.
Es su sabiduría
más vasta que la greyes junto al río,
más clara que este día,
más cándida que un brío.
Es paz para mi corazón tardío.
Derechos reservados de autor
John Morales Arriola