El DIOS JUVENIL

POEMA ADOLESCENTE

Metido en una paradoja a las 02:15, ella vendrá en algún momento, me hallará preocupado a altas horas de la noche. Ella era mi amiga, niña cadáver somnolienta risa de obsidiana. La ansío, oh Dios.
Vendrá montada sobre una botella de vino caro.
Joven de plumaje oscuro centellando siempre encima de mí.
Ella vendrá a regar mis plantas, sobre una botella de ron, cargada de licor barato de oferta en el centro de la gran ciudad.
Mi vida es solitaria, mi alma ha crecido, hasta mi pene ha crecido, mi voluntad se hizo fuerte, mi desdicha se va junto a los míos. Respiro el día soleado de su corazón con arcanos menores que la anuncien volando porque sus pies se marchitaron en mi pecho, cuando intentó apuñalarlo diez veces.
Socorreré a la azafata, niña de la palidez montada sobre una nube pulposa.
La extraño, vivo en su pecho como su aliento o como un pájaro que la picotea por dentro y la nota desangrar.
Yo quiero que venga a casa, que se emborrache en mi cuarto frio hasta quedar dormida mientras la veo (psicópata y jovial incandescente) y yo no porque tengo insomnio.
Desearía que me llame y me diga: Okey, ¿todo está bien? Hasta la repugnancia es benevolente, somos oportunistas. Podríamos subirnos a nuestras bicis y navegar en ellas hasta que el sol nazca atrás de los senos vírgenes ¿no es así? - Y mi corazón que es como una copa escanciada que rápidamente llega al límite - labios vestidos de túnica, obscuros como los pasajes bíblicos y las escenas de la historia de la humanidad.
Ey, alguien que viene hacia mí y ni sabe cómo me llamo.
Podrías leer esto, con voz suave, una y otra vez, y recordarme que todavía estás en el viaje (todos estamos en el viaje).