andrea barbaranelli

El otro y yo

Me miraba en el espejo

cuando me vi observado

por dos ojos asustados

del mismo color que los míos.

 

Se abrían en una cara

que era igual a la mía:

la misma nariz y la boca

llena de dientes amarillos.

 

Me miraban aterrados

como si no me conocieran

y le tuvieran mucho miedo

al ser que les estaba delante.

 

Los ojos iban descubriendo

en mí el animal que yo soy

si puesto al desnudo y privado

de mis modos de hombre culto.

 

Subí un brazo para tapar

con la mano esa mirada

y mi mano era una garra,

la pata ganchuda de un tigre.

 

Cuando me hinqué de rodillas

horrorizado y flipado,

noté que sólo me iba encogiendo

para mejor coger el impulso.

 

Entonces ya comprendí que

el animal que habita en mí

está listo para arrojarse

aun cuando parece tranquilo.

 

Por tanto traté de amansarlo

halagándolo con dulces palabras,

sirviéndome de la retórica

que bien conozco y utilizo.

 

Y ese otro que soy yo

se aplacó, disimulando

el destello del ojo cruel

y su ciega hambre de carne.