Patricia A. L.

AL CÓNDOR.-

Entre herrosos páramos

y áridas brumas,

 

sin tocar la atroz y desconocida

 superficie

 

de las crispadas y níveas

montañas

de los Andes,

despliegas tus enormes alas

y vuelas sobrehumano.

 

Eres la amenaza

del sibilante Viento

Huracanado,

que recorres,

 

naciendo y muriendo

a diario,

 

 desnudo de piedades,

 

sin jadeo ni aflicción

alguna

 

y con voluntad férrea

y admirable fortaleza.

 

Tus  garras

en corvo,

buscan la presa en

bestial e impiadoso vuelo.

 

Vuelos entre el Aire

y la Pureza azul

y gélida de los glaciares

del Sur de mi Patria.

 

Eres la saeta, que recorre las almenas

de los castillos de hielo,

 

y  el celeste y agónico

cantar

de los arroyuelos congelados

en pésames,

dispersos y sin pausa.

 

Cóndor de las negras y níveas montañas,

llévame contigo,

 

perfila y pule

 los temidos espejos

de mis ojos,

 que dibujan y reflejan,

hoy,

 

(sin entenderlo)

 

 los Glaciares inhóspitos

y transparentes, gastados

y perennes,

 

que sobrevuelas tenaz

y sin descanso…

 

 (Sombrío, Soberbio,

Mudo y Eterno).

 

 

Patricia Aznar Laffont