Ramón Bonachí

A las seis, tarde de reunión ( relato )

Las seis , tarde de reunión. (Relato de humor)

.

Son las seis de la tarde, todo huele a sencillo en un pequeño pueblo donde no corre el tiempo.

La mar ”amante infiel”,  deja besos airados  en todas las paredes de las pequeñas casas que miran su belleza.

El vaivén de las olas, balancea las barcas; unas barcas que esperan pacientes a que salga la luna reluciente y llene de reflejos sus saladas maderas.

Son las seis de la tarde, se terminó la poesía.

Todo pasa a un segundo plano, dejamos a las viejecitas cosiendo sus redes, y a los leones de mar sentados en su banco, con la  petaca y el tabaco fresco.

Son las seis de la tarde , es hora de reunión en la vieja cantina, donde por no haber , no hay ni televisión, solo están  la maestra, el boticario, el cura  “Don  Ramón”, el alcalde del pueblo y también doña Inés, que quedose soltera por vivir al revés.

No hay pisos, no hay comunidades, no hay quejas ni miedos, eso si, muchos chismorreos, que seria de un pueblo , por muy pequeño que sea , si no hubieran  chismorreos. 

Empieza ha hablar el alcalde sin levantar la voz, del hijo comunista de Pepe el guarda civil .

El cura se santigua y dice  ¡-Válgame Dios! , ¿un rojo en la familia, puede haber algo peor?.

-Se de otra novedad-, susurra dona Inés.

 -Las piernas de Francisco no son dos, sino tres.

-Eso es todo mentira-, la maestra, se esconde en su abanico por tal desliz  y algo ruborizada responde…

-en su día yo solo conté dos-.

Allí está el boticario, vestido como Groucho Marx, con el puro de comparsa pidiendo su turno.

Tras un breve silencio,deja su puro suavemente en un triste cenicero y comenta receloso

 -No se si me equivoco ,  pero ayer vi al concejal que rondaba el callejón donde vive doña Inés.

Si ya se que ella es soltera pero él ya no lo es-.

Doña Inés que se levanta y responde sofocada:  

-¡Ay señor!, que tarde es, sin quererlo se pasan las horas en el reloj, las luces del callejón se encienden y callan-.

La maestra se despide, el alcalde también, el boticario sonríe malicioso los mira y sigue fumando apoyándose. en el respaldo de la silla, llevándose las  manos a la nuca, orgulloso por lo dicho.

Don Ramón se levanta y les recuerda  

- Como cada domingo , mañana misa a las diez y tras pasar el cepillo a confesarse otra vez.

 

Inspirado en una cancion de Jose Luis Perales