Quisiera vivir eternamente
y entonces morir sería una dicha,
rodeado de poetas y de gentes,
que vienen a honrar mi despedida.
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Y pasará el tiempo,
y pasarán las vidas…
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Sembrado en una tumba inexistente
porque el tiempo borrará lo que se olvida
un pequeño poemario se mantendrá presente
y en el anonimato, poco a poco,
quedará mi vida.
Y así, luchando contra todos los destinos
en un oculto rincón,
en una olvidada biblioteca perdida,
las páginas de un libro (mi libro) escrito en oro,
tallado por un apasionado lector,
que hizo de mi obra la obra de su vida,
saldrá a la luz, para todos los tiempos,
en un mundo donde los libros,
conceptualmente, ya no tienen vida.
Así de simple,
quisiera sentir mi paso por el tiempo,
quisiera vivir eternamente,
y por eso morir es una dicha.
La muerte fascina si es eterna.
La muerte fascina si es divina.
Frank Calle (8 / mar / 2018)