Antoniocas

Tarde

Tarde que me abrazas ciega
Tarde-madre que sosiegas,
Y en tu transitar de flores y jazmines,
enciendes la flama de mis ilusiones plenas

Tarde que quisiera,
Recibir un brillo de mirada suave
Admirar la paz del ave que en ti vuela
Y disfrutar tu luz que para mí es plena

Tarde-madre que cobijas en tu claro seno
El paisaje inquieto y mudo
De esta vida única
Vida que en ti encuentra, repuesta segura
A nuestros dilemas

Tarde-madre que no rindes
Tu aliento a imponencias
Que luchas y aprovechas
Tu momento radiante de existencia

Tarde-madre cual principio innato de misterios,
Intrínseca antesala de la bruma y la
tiniebla, pasas y alegras,
No impones…
¡Eres aire y grandeza!