siberiano

NAUFRAGO.

Lancé a la mar, palabras de amor,
que cálidas brisas calentaron
y llevaron a infinitos mares en calma,
donde habitaban las promesas tranquilas
y donde el reflejo azul era azul
y donde nada era, lo que no parecía.

Lancé a la mar, reproches,
mecidos por ráfagas inestables
de vientos traicioneros que enfadaban mares,
donde la falsa calma preludiaba naúfragos,
donde casi nada era lo que parecía,
tan sólo la inquietud.

Lancé a la mar, sueños incumplidos
que volvieron en huracanadas promesas,
a descargar su furia en tierras poco firmes.

Lancé vidas incompletas
que buscaron aferrarse a troncos salvavidas,
restos de otros naufragios
y a la merced del capricho y el azar.

 

Siberiano.