El DIOS JUVENIL

EL LARGO ADIOS

Cabalgué el ozono inspirado
por las hechicerías de los ermitaños, el amor para mí fue sepultar quijadas de la mente oliendo concentradas plantas silvestres y su embriaguez de plata y de almizcle.
Partí sin muchedumbres en la plaza, solo, a mi entierro prematuro con una ceremonia de rosas; había mujeres de la aristocracia con hermosos abanicos rojizos de cabaret.
El amor ha sido malo conmigo
yo te detesto, Dios, por muchas razones,
la primera es por haberme abandonado en este mundo,
la segunda porque no existe nadie a quien llamar,
las otras mil trescientas no importan.
Me dejaste varado, con las Sotanas ahorcándome, dejándome junto al erizo no tuve yo la orca del noble juez el vigor de la juventud lo arroje por la ventanilla
me reí, yo, de la multitud poco sosegada.
Hastiado, te espero, compañera de guerra, que estás lejos,
estás llorando estás llegando a los brazos de un brujo loco,
tengo muchas marcas en los brazos ¿ves?
Las sucias profecías dicen, que estás hablándome, nuestros caminos van a impactarse
¡Oh! ¡Y de verdad que lo sabré!

Los días pasan y yo noto que todo es cruel
los desasosiegos humanos obedecen el mismo patrón
todas las horas son
horas para llorar.
Necesitaría tu espejo, ah pequeña brújula de bolsillo, bestial distribución de las certidumbres.
***
Pereza mía que decaigo
por la filosofía.
El rumor del valle me soporta
el aroma a pasto mojado
recorre por mi aorta
mi mente me ahorca.
Qué desgraciado soy, digo, mientras camino
pateando el aire.
En las caminatas nocturnas.
La confabulación en la
que estoy incluido
me hizo convertir en un recluido.
Los romances me abrieron
las puertas de las caricias
y las puertas de la esquizofrenia
y no supe decidir cuál más me premia.
Que alguaciles mórbidos en la puerta de mi ser, estoy simplemente harto de ellos,
de sus trucos, de sus guerras de falacias.
Mucho más harto estoy de ti.
Oigo rumbos.
Escucho la daga en el pescuezo la soga atosigante, el proyectil a mi garganta.
Guadañas sucias del verdugo carnicero pedazos de tripa dentro de un cenicero.
El verdín resbaloso
en el que me caí
dice mucho más de mí.
***
Uy ferocidades que
nacen en el sol
no causar daño debe
ser como amar.
Diré al tiempo pasado
que no he sabido
como agarrarlo de raíz.
No me lamentaré en exceso
sino que me preguntaré cómo
y quizás que agonice preguntando
ah mi estrés es divino ah mi estupidez es mi favorita
yo te amo pero he de odiarte en las tardes de sol en los agradables infortunios
estaré muy cerca pero es muy lejos para tu gusto.
***
Oh, cuando la mente
pase frente a mi casa
estaré esperando
detrás de un árbol
atento con mi rifle.
Buscaré corriendo muchas piedras con que atizarle
rodar tantas vueltas por el piso con el cráneo podrido de tanto pensar no es peor que ver esas ciudades humeantes paraísos suaves de rituales de tripas, muchas vertebras cayendo desde un grasiento edificio.
No entiendo a las palomas
que recurren a refugiarse en las iglesias oh, los campanarios están llenas de su podrida hez.

Si yo mirará por las hendijas,
te vería desnuda, te vería desnuda.
Si yo acudiera al diablo pediría cigarros y no la inmortalidad.
Si te viera desnuda insultaría a Buda
con trivialidad.
¿Que infierno se rebalsa sobre ti? hoy que amaneces con la boca podrida de tanto fermentar
de tanto maldecir.
Y hoy tempranamente mercaderes me golpearon con una vara,
ellos prohibieron que jugara.
Por qué solo recibo limosnas pero dentro de irrompibles ostras.
Por qué solo atraigo las moscas y furiosas plagas de langostas.
Cansado de ti estoy intangible habitáculo inhabitable que tu parla es parir al demonio envuelto en sangre y prostituirlo a los dos meses y medio. Cocerlo en ollas, con hierbas malditas abandonarlo en un basural y prenderlo fuego.
He venido de muy lejos
a disparar con mi entrecejo
hay cosas que no quiero
tus cosas, tu vino, tu cuero.