132

A ti.

A la chica que le dije no queriéndole decir sí:

Empezaría pidiéndote disculpas, pero me las debo a mí.

Empezaría diciendo que siempre tuve ganas de correr, —o tal vez no de correr, no lo sé— de hacerlo hacia ti, y de ti.

Empezaría por hablarte de nuevo.

Empezaría diciendo que eres una niña, y terminaría diciendo que eres una zorra.

Empezaría por aceptar que eres hermosa, y terminaría haciéndote creer lo contrario.

Empezaría diciendo que me gustabas mucho, y terminaría diciendo que quise que me lo dijeras sólo para sentir que no sentía nada.

Empezaría escribiéndote en prosa y terminaría viendo pornografía.

Empezaría por negar todo lo que dije o sentí antes, y terminaría poniéndome a llorar.

Empezaría y terminaría de la misma forma: siendo una idiota.

A la chica que le dije no queriéndole decir sí:
Sí, es para ti, y sí, soy una idiota.

Siento haber dudado de ti sólo porque dudaba de mí.

De haberme alejado y haberte hecho creer que la culpa era tuya.

De haberte tratado mal algunas veces, y haberte tratado bien sólo cuando lo necesité.

Diría que me acordé de ti ahora sólo porque llueve y estoy escuchando a alguien tocar el piano
pero estaría mintiendo
porque me acuerdo de ti más de lo que admitiría.

Me acuerdo de ti cada vez que alguien me falla.

Me acuerdo y recuerdo.

Río, resbalo, lloro.

Te quiero como me dueles: mucho.

Te extraño casi como me dueles.

Me duele lo que me hiciste.

Hiciste lo que sabías que me dolía.

Dolías.

Empezaría pidiéndo disculpas, pero tampoco te las debo a ti, ¿a quién entonces?