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NOCTURNO XV

   Muere el día. Silencio, hora crepuscular.

Tintes rosáceos, amarillentos y anaranjados,

pálidos y tenues; siluetas nocturnas...

Todas estas cosas son cómplices

de este profundo mutismo del entorno.

¡Cómo me absorbe este silencio 

y esta soledad!... Mi corazón,

una eternidad petrificado,

se conmueve ante tal belleza muda.

Mi mirada traspasa un hechizado portal

de una encantada dimensión.

Mi alma vuela en carrozas de fuego

más allá del infinito,

bordeando universos

con billones de soles

y una inefable dicha inusitada.

   Ahora puedo buscar mi gemela enamorada

por los confines de la eternidad,

porque soy dueño del tiempo y éste

es el señor de Todo.

   Ahora soy Dios,

ahora soy amo del Universo,

ahora he encontrado el equilibrio mágico

de la armonía celeste.

   ¡Te amo, princesa incorpórea,

belleza perfecta, inspiración de mis sueños!

   Siento el goce infinito

de tu amor imperecedero

en la arrolladora eternidad.

   ¡Vives y bulles dentro de mí,

belleza de luz, provocándome

un bienestar sin medida

en una indescriptible felicidad perpetua!