Over Mendoza

Mi bolĂ­grafo favorito.

Tenía un bolígrafo favorito.

Su punta era un labial lóbrego.

 

Su cuerpo, como el de ella.

Ligeramente curvado.

 

Con cicatrices en los defectos.

y el flujo de tinta era como los de ella.

 

Con una pequeña diferencia.

Derramar los flujos de Verónica era un milagro.

 

Escribir por escribir,

con mi bolígrafo predilecto era un pecado.

 

En todo lo demás.

 

Comprendí que lo mejor que iba a escribir

no sería lo mejor que escribiera.

 

No hasta usar mi bolígrafo.

El que me abstraía viendo su vida claudicando por la punta.

 

Fue entonces cuando me vestí de hoja.

Desempolve el peligro e improvise un dilema.

 

La vida se nos acaba cada vez que la usamos.

Así como mi tesoro. 

 

Solo que no venden más vidas en las papelerías.

Y aun así...

 

Mi pena por la punta disecada.

es más grande que la muerte.