Soncafe

TARDE

            Tu rítmico andar desvió mi mirada, 

quizá el infinito hubiese sido mi objetivo,

pero tu cuerpo se cruzó en mi horizonte,

y fuiste más que una grácil y bella figura

que proyectó su silueta entre la tierra y el cielo,

como dos líneas de fuego que cruzaron nuestras sombras,

como rayos momentáneos,

de esos que en cada noche de tormenta adornan el espacio.

 

            Tus ojos fueron

más qué una bella combinación de tu rostro

Pero que extraña la vida ¿no?,

solo fue un simple encuentro,

sí, un encuentro entre la latitud del mundo,

sin contacto de piel, ni miradas discretas.

 

            Tu sonrisa, despertó a mis palabras,

estremeció a mi vieja canción de soñador,

me hizo arrancarle al viento una vieja metáfora,

un pensamiento abstracto,

me devolvió a la vida, se metió entre la sangre,

calentando mis venas, sacudiendo mi carne,

te volviste gigante como la lejanía.

 

            Te alcanzó mi existencia en un día lejano,

cuando ya no había flores que entregar,

ni citas locas,

donde solo existe esta distancia atroz

que se devora todo, que todo lo asesina.

 

            Te conocí un día después de la vida,

con tu belleza simple,

con tu expresión sencilla,

y tu eterna cualidad de mujer bella

que enciende las estrellas entre noches de invierno,

entre caricias tenues que se vuelven profundas

y llegan hasta el centro de la tierra

y te sacuden, y te aman.

            He avanzado un paso más en mi camino exiguo,

le he contado al viento mis deseos perdidos,

y he vivido de día en día, entre adioses que matan,

que envenenan mi sangre y me trituran.

Pero hay un solo adiós que mata mi silencio,

que extermina mis horas.

Es el adiós a tu vida,

a tus piernas de roca milenaria,

es el adiós a tu risa cuando apenas descubría tu boca.

 

            Eres encuentro y despedida, 

como este eterno adiós que estoy viviendo,

que me dice que es tarde...

si, muy tarde, como siempre en mi vida.

Y mis manos se extienden locas a tu sombra,

ávidas de tu piel, y el calor de tu cuerpo,

que no sentirá mis besos,

donde me iré perdiendo lentamente en el tiempo,

y seré solo un loco que te ansió en la distancia

y dejó su amor y tu recuerdo en la orilla del libro.