El DIOS JUVENIL

TRES POEMAS EN VERSO PARA EL ÚLTIMO ÓBITO

 

Azul la vi temblar a la tonta flor,

¿que seré yo? ¿que seré yo?

Es esta lastimadura que

no me deja de arder

mi pena retoza, va conmigo

a las montañas

me urge darle de comer.

¿Qué seré yo? ¿Qué seré yo?

No soy mejor, no soy peor que ella

que ella apunta a su vanidad

difunta parece más bella

Me conozco: un mentiroso.

acaricio el arcoíris ¡la gloria!

acaricio el hedor

y suplico reposo

musitarme: ¡escorias!

¿Qué seré yo? ¿Qué seré yo?

Es esta mañana que se monta a mí

y que acusa a las madres

si esto es la cordura

¡que me la regalen!

Tejedor de fantasmagorías

ese Amo al que vosotros llamáis

La Mente: de ánimas,

de Maldiciones, ¡suertes!

¡Voy a dormirme contra la corteza

y que la mariposa me despierte!

Yo que fui ave,

hijo de la quejumbre

¿no hay retozo: de piedra,

de alga que en sueños

no se transforme?

¡Estoy cavando un

pozo para mi risa!

Que huele a calcinado

caldero de riquezas

¡oh cenizas!

***

Caer en el amor otra vez

será como la náusea

dorada

cátedra de todo lo que chilla

y se asemeja al óbito,

al rumor de hadas.

Este es el asco que cargo.

La culpa de ser un bastardo.

Vuelvo, sosiego, centellas de aura

me he construido una jaula

he sabido enorgullecerme

de nada.

Ahora me ven tirado

borracho, lapidado, con la piel gris

luego de aquel día agitado

desearía asirme al hachís.

¿Hay mujeres en la ciudad?

Ellas dirán: (metales exóticos)

servidos en furiosos jarabes

¡que arda yo como un maldito

supremo cadaver!

¿Es mejor evitar la vara o avivar la flauta?

Oh furias, comed de mis rumores

que en los más negros hervores

se cocine la planta

¡más ampollas en mi carne levantan!

 

***

 

Que las tenues noches

de difuntos amargores

sean soportadas

por los embrutecidos olores

de machacados y crudos licores.

¡Eso es, ternuras, yo danzo!

da placer mezclar

el amo con el asno.

¿Sentiste lo que es beber

metal hirviente a espasmos,

presenciar la aparición de Erasmo?

No hay nada que yo ame

que no sean los harapos haraganes

que el veneno gane.

Junten todo el oro y díganme

¿cuánto vale?

Aborrezco a las arrugas

que encima de todo sudan

y transpiran leches

de enormes barriles de

roble franco

de vino para meterse.