Inmovil en blanco

...

Los árboles mecidos por el viento,
parece que me sonríen, que están contentos.
Por el cielo, suenan varios pajaritos,
volando, de alegría están cantando,
un paisaje azul sin nubes, despejado.

El mar, con sus olas en movimiento,
barcos movidos por brisas de invierno,
gaviotas bailando a su alrededor.

Calles que se vacían, conmigo andando.
Mi mirada perdida, solo pensando,
mirando las cosas que me rodean,
donde todo parece de colores claros,
solo veo un entorno de color negro.

Las sonrisas de verdes cuerpos,
no es devuelta, solo ando perdido.
No contesto a los pequeños pajaritos,
solo sé hablar cuando cojo mi lápiz y escribo.

Siento verdadero amor hacia el mundo,
pero paso tras paso, no encuentro mi sitio,
un lugar al que llamar hogar, donde vivir en paz.
El amor se convierte en odio. En el fondo,
soy como esos pajaritos, pero encerrado
en una fría jaula, atado, encadenado.

La controversia que trajo mis sentimientos,
me hace añorar volar alto, volar lejos,
pero mis alas de colores apagados,
parecen estar atadas a la gravedad del suelo,
mis piernas sostienen un gran peso pesado.

Quizá mi lugar, sea simplemente imaginario,
la realidad me mata, me llena de confusión.
¿Qué es la realidad? Solo una construcción,
donde los pilares solo son, lo que son.

No querría que nadie sintiera dolor,
quisiera irme sin decir ningún adiós.
Escribir una carta en mis adentros,
que sin dar ninguna clase de explicación,
llegue a cualquier perdido corazón, como el mío.

Con el largo, y corto paso del tiempo,
comprendí varias cosas, sobre el camino.
Mi lugar no está aquí, este sitio no es mi casa,
solo añoro un rincón donde desaparecer.
Amplio como la extensa y desconocida galaxia,
pequeño como el hueco que aguanta mi alma.