Jose Viramontes

La Despedida.

Me negaba a perderle.

Sabía que no podía sujetarle,

que no tenía nada que ofrecerle,

ningún señuelo para atraparle.

 Aun así, me arriesgue.

 

De mis labios salieron las palabras que detonaron todo:

“No se cómo empezar esto”

(Porque vamos seamos sinceros, sabemos cómo hacer las cosas, pero no como iniciarlas a veces.)

Y antes de actuar, su voz me interrumpió y fue cuando dijo:

¡Así!

Pronuncio nombre y…

Me tomo de frente, sujeto mi mano y me beso.

 

El cuarto era nuestro, el café estaba frío, pero nuestro corazón era cálido e incandescente

como nuestras pieles en pleno verano de aquel día 3 de agosto.

 

Creo que esa ha sido la despedida

mas efusiva que he tenido en toda mi vida,

La primera y última,

 contigo.