Vicente Martín Martín

Qué difícil resulta decir lo que uno siente

Qué difícil resulta decir lo que uno siente

cuando no siente nada

y es la noche

la claridad más próxima,

qué difícil hablar si enfrente tuyo sólo encuentras estatuas

y hay estancias

del tamaño de un pájaro.

La mitad de la vida se nos pasa

velando el corazón entre rameras y músicos, la otra

espantando a los perros que ladran cuando pasa

por la calle un leproso,

casi siempre

ebrios de oscuridad, sobreviviendo

de mentiras y endivias en salsa roquefort.

Los mendigos de Esmirna fueron más previsores y se hicieron agnósticos,

de esa forma

consiguieron  robar a los artistas famosos que emulaban

la igualdad de los sexos y dormir

bajo cielos de iguanas en Bizancio,

nosotros, sin embargo,

aunque nunca sufrimos la amenaza de un rey apocalíptico,

tuvimos que exiliarnos, escondernos de Sila y pernoctar

a la luz de un candil en pleno invierno.

De aquella juventud, hoy estos barros:

quienes fuimos discípulos de Heidegger pretendemos

convencer al psiquiatra de que el loco

es aquel que bosteza cuando alguien  pregunta

por la tabla periódica.