El DIOS JUVENIL

LA POESÍA ES UNA ENFERMA NEURÓTICA

 

Dormité dentro de una cueva
y el mundo era dorado, y ardía
vi a los enormes peces voladores.
Me olvidé de decirte que te amo
y que no me gusta lo que veo
no me gusta lo que veo.
A mí me gustan los puentes en los camposantos infinitos.
Fui parido por las estrellas
y el trigo crujía
todo fue apocalíptico deleite del horror de la mañana
empecé a vomitar las palabras de amor.
Y los dedos me temblaban
y no me gusta lo que veo
y no sé porque tus ojos son tan rojos
y no sé porque mi barba es tan azul.
Voy, entre los castillos,
empapado por las lágrimas,
arrojando piedras a las ventanas multicolores de los feligreses.
lanzando mi cabeza
debajo de las ruedas
de todas las carretas.
Voy, borracho de ajenjo
con un hacha sentada en mi hombro
haciendo círculos en el bosque juntándome con una manada de lobos, los pelos revueltos,
el
amor
intacto.
Vagabundo, apuñalado por mil
ángeles;
haciéndome enemigo de todos los hombres del mundo
saltando en las praderas,
nena; quiero que escuches
las confesiones de un hombre roto.