No permitas que el amor se fracture,
qué la vida se agote,
que mi alma agonice.
Mis ojos un día se sorprendieron
al leer lo que escribías,
no creían lo que leían.
No permitas, no permitas vida mía
qué la mar nos separe,
que el dolor se ancle en éste sueño.
Disfrutemos ahora del calor de su sol,
de una fiesta en sus olas,
de un atardecer en sus playas.
Caminemos de la mano recogiendo caracolas,
pequeñas rocas y trozos de naufragios
que llegan hasta nuestros pies.
Exploremos algún día todos los acantilados,
admiremos sus paisajes, esas nubes
y las aves de tu costa,
disfrutemos la paz de la bahía,
celebremos al amor, a nuestro amor,
celebremos a tu mar, tu cielo;
y al viento que te despeina el pelo,
celebremos cada día.
© Armando Cano.