Cyrene

Vuelvo a la tarde antigua

Vuelvo a la tarde antigua

donde tu navío incendiaba los ajuares de mi vientre.

 

¡Ah! La acidez de la manzana tejiendo primaveras;

entonces era el tiempo de las baladas apretadas,

de los besos como siglos, tibios,

de manos como soles con sus cinco sentidos táctiles

y un bullicio de serpentinas en  mi espalda.

 

Vuelvo, como un girasol suplica a Helios su fuego,

para encontrar la caricia de tus ojos de luz

y el rescoldo de rayo que fueran tus besos.

Vuelvo, porque desde esta orilla, hoy álgida,

anhelo la fusión de tu cuerpo en mi cuerpo.

 

 

 

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