Daniel Memmo

Mal de Amor

Mi primo enfermo,

del virus que ataca a la gente,

nadie se alarmó cuando los síntomas asomaron,

creían que solo sufriría una fiebre,

tendría sus ojos vidriosos,

se sentiría débil,

sensible, taciturno,

no tener hambre,

exagerar los dolores,

exclamar querer morir,

jurar que le falta el aire,

que ya no tiene piernas,

y la voluntad de seguir,

pero aseveran que con unos días de reposo,

se le pasaría.

Pasaron varias noches,

y el virus no cedía,

tomaron recaudo para no agravar su estado,

se prohibió nombrarla,

despojarlo de todas la cosas que la recordaba,

pero él sentía que la tenía clavada en su pecho,

buscaron varias alternativa,

jarabes con gusto a licor,

para que vomitara ese amor,

intentaron con otro virus, para reemplazarlo,

pero no mejoraba,

una bruja lo ilusionó con cartas,

un vecino le dio mil consejos,

la tía ya no cocinaba bizcochuelo,

pasaba el día tratando de curar el mal de amor,

pero estaba pálido, llorón,

melancólico escuchaba la misma canción,

y evitaba estar acompañado,

la abuela aseguró que estaba poseído,

y el cura del barrio,

no dudo en su diagnóstico:

-tiene el mal de amor,

la gripe que expande el diablo,

los convierte en fantasmas vivientes,

les duele el alma,

se sienten abatidos y pierden la fe.

Con el tiempo se fue curando,

ya recuperó el ánimo,

la risa,

se refugió en sus amigos,

y los síntomas fueron desapareciendo,

le quedaron cicatrices internas,

algunas noches sueña con ella,

tiene algunos temblores,

se le secan los labios de la ansiedad,

cuando alguien la nombra,

pero ya entendió como combatir al virus,

camina más precavido,

y de vez en cuando se enferma,

pero siempre recuerda la primera recaída,

el corazón se vuelve más inmune a ese virus,

y las fiebres no son tan altas.

 

     Daniel Memmo