Me quieren matar.
Me quieren matar las luces de tus flores de domingo
que traen tu perfume hasta el esbozo de un recuerdo,
me quieren matar las letras en las cuales te distingo
como la flor de un poema que me saca de lo cuerdo.
Me quieren matar las musas que de repente te riman
en lo sucio de una alcoba que se baña en la tristeza,
me quieren matar las sombras que ágiles se enciman
cada vez que me tropiezo en el barrial de mi torpeza.
Me quieren matar los labios del pasado ennegrecido
que empapan mi alma cuando un astro se ausenta,
me quieren matar las lunas que no buscan el olvido
cuando un pálido bohemio a la lágrima se enfrenta.
Me quieren matar las frases que llegaban a tus besos
a través de un suspiro que por las brisas fue robado,
me quieren matar las dudas que calan en mis huesos
como un rayo de nostalgia al sumarse algún pasado.
Me quieren matar los muros que besaban tus aromas,
-los que antes me encendían en un lecho de ilusiones-,
me quieren matar los versos que pasan a ser bromas
de un mórbido recuerdo en su millar de poluciones.
Me quieren matar las noches que recitan con tu boca
cuando escucho tu nombre al regresar la brisa impía,
me quieren matar las manos del poema que te invoca
ahora que un pasado me hace amarte en mi agonía.