Antonio Encinas Carranza

Tambores de guerra

Desde que las guerras

Duraban 10 años

Y las batallas 100 días

Los ejércitos cruzaban 

Las altas montañas.

Y de frío terminaban

Con las piernas congeladas.

Para poder llegar

Y poder conquistar.

 

Los barcos cruzaban

Los inmensos mares

Atravesando tempestades

Rompiendo las velas.

O quedaba la frágil nave

Encallada entre los arrecifes

Muriendo los remeros

Y los tristes artilleros.

 

El honor se generaba

O se perdía

 Atacando y muriendo 

En campo ajeno.

O defendiendo 

Su propio campo.

 

Conquistas sin honor.

Invasiones forzadas.

De gente foránea.

Que ingresaban por miles

Asolando la región.

Regándola de sangre

Propia o ajena.

 

Los campos tranquilos.

Llenos de surcos y de sembríos

Listos para la cosecha

De un pueblo pacífico.

Era la paz construida.


Que termina destruida

En el fragor de la batalla

Solo se escuchan estruendo 

Que destruyen el silencio

Y la paz del campo

Y la paz de los hombres.


Solo nos alumbran 

Los terribles fogonazos

 Solo respiramos

El aire contaminado

Con fuerte olor a pólvora 

y a azufre

 

Los invasores embriagados de poder

avanzaban y arrasában

Derruyendo la fortaleza

Y arrastrando la miseria

Y el hambre salvaje.

Dejando mujeres abandonadas

Y niños desamparados.

 

Con la cosecha destruida.

Los surcos convertidos

En ríos de sangre

Y los valles llenos 

de cuerpos mutilados.

 

Hoy las todo ha cambiado

Las guerras duran días

Y las batallas solo horas

Dejando los campos 

Regados de pólvora

Y el olor a muerte.

A gas mostaza

Que pica la nariz

Y te ahoga 

Y te mata

En solo unos 

Cuantos segundos.

 

Y se siente el olor

Y se ve el humo

De chozas y bohíos

Y bosques quemados

Y todo lo que se mueva.

Cayendo y muriendo 

Tristemente 

Sin penas ni culpas.

 

La ciencia al servicio

De la muerte

Lanzó el triste recuerdo

De una bomba

De destrucción masiva

Llamada atómica

Que cayó en Hiroshima

Tras un experimento del poder

De la ciencia

Contra los hombres

Que marcó un antes y un después

De la humanidad.


Autor: Antonio Encinas Carranza


De: Lima, Perú

  1. R.