Danny McGee

MIRANDO EL MAR.

Mirando el mar.

Todas las tardes, cuando sube el arrebol,
se sienta una niña en las tibias arenas;
con el alma en la brisa y el ojo en el sol,
ella lanza su sueño y libera sus penas.

Se asoma la lira y se esconde un secreto
que busca el amor de un príncipe azul;
amor que ya tuvo, fue verso incompleto
con letra de vago y con canto gandul.

Su beso del sueño quiere ver su gaviota
anidada en el labio del radiante varón;
colgada, girando en un verso que brota
al latir en su pecho el mayor corazón.

Su sueño de niña se sumerge en el mar
su canto de nube se pierde en la brisa:
ella busca su amante, ella busca soñar
y con ello se logra esbozar su sonrisa.

Se acuesta la tarde, se levanta el arrebol,
y una niña se sienta a mirar la marea;
con el alma en la brisa y el ojo en el sol,
ella pinta ese sueño que libre flamea.

Su rezo de musa quiere hallar un poeta
que le llene con lira su canto afligido;
quiere ser en la brisa una simple saeta
y eterna clavarse a su amante elegido.

Su amor de sirena se dibuja en las olas
y a su príncipe azul le pinta en el mar;
se escucha su verso con dos caracolas
se escucha su pecho con un suspirar.

Se ocultan los soles, se asoma la estrella,
ya viene la noche, y la niña entristece:
amor, que ella sueña, no deja su huella,
amor, que ella pide, no nace ni crece.

Todas las tardes, cuando sube el arrebol,
se sienta, esta niña, en el mismo lugar;
con el alma en la brisa y el ojo en el sol,
el amor que venera lo tiene en el mar.

Inspirado en Janny C.