Soncafe

REMEMBRANZA.

Todo comienza siempre en su propio pasado;

En alguna esquina sin nombre quizá,

en cientos de ideas perdidas que hablan de sueños

inventados en un mes de octubre,

cuando volvía el viento;

cuando la vida tenía más firme su color verde oliva,

y solo había mañana,

porque el ayer era una pequeña gota

que sumaba moléculas para ensanchar su vientre.

Y nosotros, los de entonces,  no seríamos los mismos.

 

Ahora el olvido cuenta y el pasado resulta siempre

como el silbido de un viejo tren que nunca vuelve vacío,

que cada vez se vuelve más pesado y menos lento,

y se torna como un gesto pueril que ha perdido el brillo,

porque se ve tan lejano que parece estrella muerta.

Ahora, se siente tanto el olvido,

el pasado se siente ante tanto ayer muerto,

que hasta extraño la vida.

 

El pasado como cosa extraña

nos regala sorpresas y nos hace sentir humanos,

nos regresa a la infancia,

a nuestros sueños despiertos.

Nos vuelve a solitarias noches.

Nos llena de nostalgia.

 

 Tu rostro me regresó al pasado,

a aquellas frases de aprendiz de poeta,

de soñador loco,

me revolvió el silencio y tanto ayer,

que casi había perdido,

que no sé ni como fue.

Y hoy, tan solo extraño el mar.

Ese mar, que examinó mis adolescentes pasos,

que escuchó mis canciones y mis primeros versos,

que me sigue influenciando, que me recuerda a gritos

las veces que escribí a su lado;

donde también existió tu nombre y vivieron tus ojos.

 

“Y serás como la rosa de un efímero sueño,

serás de otro mañana, no pudiendo ser mía.

Aunque quizá mañana, tú te olvides de mí.”

Quizá, solo esta frase queda como escondida huella,

de tantas cosas juntas que se fueron un día.