Adrián Cordero Cid

El placer de un corazón roto

Dentro de mi pilar de huesos,

–de mi cuerpo–

mi alma emite halos de luz

como si fuera un crepúsculo vespertino,

y mientras se reflejan

a través de una sonrisa, de un latido,

de una lágrima,

mi alma rebota con cada extremo de mi cuerpo,

haciéndole latir, fuerte, 

por un sentimiento de amor.

Llego a casa, yo y mi pilar de huesos,

mis ojos, dos tapas de corcho,

y mi alma sigue rebotando

con la fuerza con la que se ama y

con la que pasa el tiempo,

porque yo tenía un corazón

que custodiaba tu cariño, tu amor,

hasta que se hizo pedazos,

pues tengo tanto amor con tu nombre

que se esparce por mi cuerpo

al ser un corazón, espacio insuficiente.