kavanarudén

Mensaje

 

Sentí que me acariciabas en el suave toque del viento.

Susurrabas a mis oídos palabras de consuelo. Me llegaban a través de los pelícanos en vuelo.

Me abrazabas con ternura en la calidez de la tarde, en las olas marinas, en el salitre que fluctuaba en la playa solitaria.

Cansado me sentía, me recosté en la arena tibia y pude sentir tu presencia a mi lado.

Te contemplé a través del crepúsculo, del variopinto de sus colores, de su hermosura sin igual. Silencio, solo silencio. Suspiré profundo y me abandoné al momento. 

¿Qué gano con afanarme? ¿Puedo sumar un día más a mi existencia? ¿Puedo cambiar el curso de los acontecimientos? ¿Con preocuparme o agitarme solucionaré algo? 

Hago lo que puedo hacer, lo que a mi compete, lo demás escapa a mi voluntad.

Cansado me siento de combatir ¿Quién dijo que la vida es un combate y que hay que luchar siempre? ¿Y…si el secreto está en vivir cada día su afán, dejar fluir los acontecimientos, aceptar aquello que no podemos cambiar y cambiar lo que podemos? Esta es otra perspectiva que conlleva consigo paz y sosiego, al menos eso creo. Es más real y humana.

Una barca a lo lejos se mueve. Sube y baja al compás del oleaje. La corriente la acerca a la orilla. Las gaviotas planean sin oponer resistencia, parecen dormidas en su raudo vuelo, quietas, plácidas sin ningún movimiento. 

Mensaje claro me llega al ánima. 

Solo me resta decir y repetir una y mil veces: ¡¡¡GRACIAS!!!