Alberto Escobar

Escaque

 

Tu usufructo, no
tu propiedad.

 

 

 

 

 

 

 


Me acerco a una mesa, caoba sospecho.

Sobre ella veo dispuesto un tablero de ajedrez
de relucientes trebejos y arlequinado color.
Me acerco, no sin sigilo, a una silla para prestarme
a la enésima partida de una lid que no tendrá
dueño.

Quien se alce con la victoria proclamará
su indiscutible reinado.

El contrincante
                      se hace esperar. El ritual que precede
a una ocasión como la corriente merece unas consecuentes
abluciones. Su aparición... no desmerece a la mejor diva.
Las galas que se digna lucir serían de la exquisitez del
diablo más diablesco que imaginar se pueda.

Se sienta, me mira a los ojos como en escrutinio quirúrgico.

Me corresponden por sorteo las blancas, inauguro el trance
como es de rigor.
Ruy López me asiste en primera instancia. Apertura española
mediante.

La amenaza frontera me responde con doble peón.
Alzo como un resorte, sin dar espacio al pensamiento,
el envallado de mi cuadra para que Rocinante salga
a pastar...

A la postre, tras un rosario de tomas y dacas, se levanta
la veda. Las tablas pasan a construir un apetecible aprisco
en días de borrasca.
Sé que acabará derrotándome. No tengo escapatoria.

Ha sido una digna rival, correosa y pertinaz.

Así es la Vida.