Julio César Santana

Sueño

A la mujer de ojos tan tristes,

tan lejanos, tan muerte y despedida,

pero de sonrisa rutilante y espesa,

la tuve en mi pecho…

Yo…

El hombre de ojos sonrientes,

tan cercanos como luna de octubre,

que dicen “aquí estoy” en cada mirada

y rompen cada regla, norma, guía.

Y bailé con sus pezones

Merodeé su morada

Retuve el aire diez veces

Me sumergí en su cabellera

Se iluminó su oscuridad,

su eterna ansia de despedida

Se oscureció mi seguridad,

mis respuestas premeditadas

Burló todos mis sistemas

Me reconocí, aunque distinto

Se reconoció, aunque trémula

Aspiré su esencia en un vaivén

Y la quise.