Lucia Rodriguez Lopez

XIII. Romance del amor confinado

No busques entre los ríos

mi voz tejida con yedras,

pues he muerto con el alba

tocando un tambor de piedra.

***

Un torso desnudo pedía,

grietas azules de pena,

arrancar tanto secreto

cristal de luna en las venas.

***

Escribiré en tu frente

los tres golpes que me diera

un silencio de cuchillo

con perfil de amarga estrella.

***

A lo lejos se veían

tres estampas con tres velas,

alumbrando el quejido,

cuando cien violines suenan,

que ha causado una sola y

triste mueca en la arena.

***

Dos convirtieron mis ojos

en estas rojas veredas

donde caminan difuntas

las pasiones que quisiera.

Derrumbados mis huesos

sobre altas cabelleras,

amarillas como rumor

de esos vientos que anegan,

tuerce su boca dormida

el aroma a flores viejas.

¿Cuál será mi otra herida

si olvido aquel que fuera

sol batiente entre mis brazos

asomando tras las sierras?

***

A lo lejos ya apuntaban,

pergamino y noche hambrienta,

los tres últimos faroles

armados con tinta intensa.

Al mirar la hora sucumben,

tras agónica y yerma espera,

postreros toques enjutos

como un clamor de reyerta.

 

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