Carol Elizabeth García Carroz

\"El Adicto al Cristal\"

La vi mientras la esculpían, mientras era moldeada con las manos de aquel artista, ella, a cada segundo más hermosa, el talento de aquel hombre era impresionante, para mí, solo una ignota mujer, con su cuerpo cual hielo, había sido hecha con cristal, y yo, hombre verdadero, de aquella escultura me había venido a enamorar.

Quería descubrir el acertijo de esos fulgurantes ojos, de esos que yo inconscientemente imaginaba, con una mirada penetrante y abismal, azules cual lago caribeño, con una cascada negra como pestañas, necesitaba besar esos labios como rosas, me encontraba ávido por su contorno persuasivo, y su aroma cual delirio, cuello agudo y detallado, piel suave, delicada como el satén, piernas afables, sumamente maravillosas, figura de ensueño, blanca piel como la nieve, roja como las rosas sus labios, celeste como el cielo sus ojos, figura de diosa, mujer esplendorosa.

“Me encontraba ensimismado por mi codicia fúnebre hacia ella”.

Me hallaba olvidando que sólo en mi cabeza aquella bella mujer era real, y aún cuándo la tenía en frente de mis ojos, y tal vez ella me pudiese escuchar, nunca recibiría respuesta, de su encantadora voz angelical.

Ansiaba tener la agudeza para proporcionarle a mi mente lo inexistente que esa mujer era, y todo intento parecía imposible, pues, me empecé a dirigir hacia ella, quizás con lentitud, yo, ese hombre consciente de su falsedad, me encontraba a segundos de una muerte segura.

Ese momento en el que mis brazos rodearan su silueta, y permanecieran todo el tiempo posible junto a ella, moriría lentamente lleno de sufrimiento y alegría, porque al fin, de forma literal, ella me tocaría el corazón.

Tocarla fue lo más excitante que alguna vez viví, si bien era solo vidrio caliente, yo veía un cuerpo dulce formado con esmero, una mujer segura y concreta, la más hermosa del planeta, dejé de ser un hombre cuerdo al momento de ver esa conceptuosa pieza en su culmino, para convertirme en un hombre hecho muerte por amor, estuve rodeando su cuerpo hasta que el mío hecho cenizas se desvaneció por completo, y junto al viento como polvo volé libre por los cielos, la hice mía una hora, y ahora como fantasma, la contemplo en cada palacio al que es llevada, para ser admirada por muchos al mostrar su gran belleza.

Yo, “El Adicto Al Cristal”, el que pagó la obra antes de tenerla, yo, aún después de la muerte la hago mía, porque nadie la mira como yo, nadie la ha contemplado tantas horas como yo, nadie se ha tomado el tiempo de sentirla, y volverla real aun cuando es mentira.

28/12/2016…

Carol Elizabeth García Carroz.

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“El Adicto al Cristal”