Alexandra Quintanilla

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Hay días como los de ayer
tan disfrazados e incurrentes
y como los de hoy
tan sofisticados.
No buenos,
no malos
más bien dudosos e inaccesibles a la respuesta

No se,
porque siempre es así,
nunca se muchas cosas.
No se...
Por qué el sentirme así,
llena de incomodidad ante la cuestión de lo que me falta.
Del sentimiento del vacío en el interior de mi alma
que no grita que es lo que podría llenarla.

¡Ay soledad mía!
Grita fuerte en las paredes de la noche fría
qué podría sacarme una sonrisa.
Porque el inconformismo ya comienza a ser imprudente
y la desgracia comienza a resultar acosadora.
Ya no tiene la misma chispa de sacarme la majestuosa y delicada melancolía
que tras noches tibias tiraba lágrimas en mi almohada y algunas que otras se filtraba en los andenes de mi alma.

¿Será que es la naturaleza del hombre la que me llama?
¿Tan necesario es en el ser el arte que guarda el amor?
¿Es arte o magia tal sentimiento,
o acaso ambos?
¿Y por qué si de amores me he estado escondiendo viene intolerante a reclamar su lugar si no hay ni ha habido una silueta o algún prospecto?
¿Es este oportuno o un intruso que podría si quiera entretenerme?
¿Movería el ocasa de algunos ojazos mi desdicha?
Si es así,
presentame al amor vida de mi vida.