Carol Elizabeth García Carroz

Reiteradas veces me perdí...

          Reiteradas veces “Me perdí”:

     Me perdí en el invierno buscando tu calor, me perdí en el infierno buscando tu frío, me perdí en cada estación intentando encontrarte, pero mientras más lo intentaba más difícil se me hacía hallarte.

Me perdí en aquella ausencia presente, en aquella presencia ausente. Me perdí en aquellos abrazos que ya no me das, en las veces que ya no me miras, en aquellos besos de caminos largos, esos que contigo se habían marchado.

Me perdí en aquellas palabras que me dijiste, en las disculpas que me pediste, me perdí en cada cosa salida de tus labios, en cada manera de expresarte con tus manos.

Me perdí en la forma en la que hablabas, en la que explicabas claramente lo que pensabas, en la manera en que complicabas todo.

Me perdí en cada verso, en cada forma distinta en que tocabas mi cabello, en cada caricia de tu mirada, en cada levantar de mi cara.

Me perdí en cada manera distinta en la que me hacías pronunciar melodías, en cada día que pasamos juntos.

Me perdí en cada discusión, en cada golpe a la pared, en cada noche triste, me perdí en tu sequedad y en cada pregunta hecha: “¿Qué fue lo que hice?” “¿Esta es mi culpa o es tuya?” “¿Esto es dolor o decepción?” “¿Falta de cariño o de aprecio?”.

Me perdí en cada “Creo que esto no seguirá más”. Me perdí en cada “Creo que me rendí”, en cada lágrima que salió de mí, en cada canción triste que escuché para sentir consuelo y no querer tirarme al suelo, me perdí en la letra de cada canción, esas que me mostraban consolación, identificación, y ese pensar solo mío de sanación.

Me perdí en tu indiferencia, en tu distancia, y en los momentos sin tu presencia. Me perdí en el vacío que me habías dejado y en el dolor que me habías causado.

     Perdí la cuenta de la cantidad de veces que lloré, de cada lágrima que derramé, de cada vez que pregunté en mi mente “¿Así se siente la muerte?”.

Perdí la cuenta de la cantidad de veces que pensé en ti, de la cantidad de veces que quise llamarte, de cada vez que me critiqué por no besarte aquella vez.

Perdí la cuenta de todos los “te quiero” que me dijiste cuando estábamos bien, de los “te amo” que me decías, según tú sin querer, pero sé que fueron intencionales.

Perdí la cuenta de cada uno de los finales que le di a nuestro cuento, a nuestra historia, a cada pensamiento, a cada momento.

Perdí la sensibilidad ahora será muy difícil que me vuelva a enamorar (pero estas palabras lo que hacen es que parezca que aún lo estoy).

Perdí el cariño que daba y el querer que demostraba, perdí la esencia de mi ser, perdí los secretos de amar, perdí las estrategias para seducirte con mi mirada, para encantarte con la manera en que hablaba.

Perdí tu cuerpo inalcanzable, tu inteligencia inagotable, la mirada inexpresiva que hacía confundir mi día.

Perdí los poemas que te escribí, mejor dicho, los borré de mí, los saqué de aquí, de cualquier lugar donde los vea al pasar, y sienta curiosidad de lo que sentía, con el posible hecho de que pueda despertar cualquier sentimiento que dormía.

Perdí la guerra del amor, del futuro donde estábamos tú y yo, me perdí en el odio que tal vez tu corazón me dio.

     Me perdí en una nueva manera de percibir el mundo, me perdí en una nueva manera de ver el cielo, en una nueva forma de extrañar mis versos.

Me perdí en una nueva forma de contemplar el atardecer, en una linda manera de admirar el anochecer, y en una nueva estrategia para llegar al amanecer.

Me perdí de muchas formas en mi mundo, en el que me costaba ser, en el que me costaba vivir, en el que me costaba reír.

Me perdí en mi mente, en esta que está confusa claramente.

Me perdí en lo real que pasó y en lo imaginario que no ocurrió.

     Me perdí en los recuerdos de ti y de mí.     

07/04/2017…

Carol Elizabeth García Carroz
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