Laura Ontiveros Plaza

Despedida

    Mi pensamiento se vuelve estéril, 

y regurgita imparable,

sin calma,

cada recuerdo que tengo a tu lado;

La boca se clausura,
el pulso asiente callado, 

se mira benevolente,

ante el golpe de lo inconcluso.  

 

Las ganas huyen de mi pecho,

buscando más de ti,

y la oscuridad no se termina,

los callejones las confunden,

se pierden,

se rinden,

se hunden en un sollozo ahogado. 

 

 El deseo se cuelga en el perchero, exhausto y confundido,

se me ausenta la sonrisa,

y se agrieta esa ilusión,

seca, 

oxidada y tendida.   

 

Se germina este resuello,

temeroso,

flagrante ante el dolor,

que se dispara sin aviso,

cada día,

con nuestra despedida.