La noche se perfuma en su nostalgia
Y se viste de gala con un traje de viuda.
La noche me sorprende sin ti,
me regala una galería de recuerdos,
una ensarta de besos pasajeros,
que de otrora acompasaron la juventud fugaz,
hondamente vivida,
que se agiganta en una présbite mirada
y en un juego silente,
va recogiendo los pasos que maduran tu cuerpo.
La noche me sorprende sin ti,
el tiempo como un ajedrecista jugó con nuestras vidas
y colocó sus piezas en tableros distintos,
con aromas distintos
y colores distintos,
que fueron escribiendo solo historias actuales,
donde cada una de mis tardes
se va sin tu sonrisa,
lejos de la belleza que madura tu cuerpo.
La noche me sorprende sin ti,
y trae de regreso aquel día de febrero,
cuando descubrí tus ojos profundos como un sueño
y supe que existías.
Desde entonces, el juego de palabras del tiempo
empezó a decir tu nombre,
entrelazando días de calendarios fósiles,
con la forma de tus labios
y la blancura de tus manos,
convirtiendo roces casuales,
de cercanías casuales,
en el aroma casual que acompaña la almohada,
difuminando en el viento
el perfume de tu ausencia.
Desde entonces la vida me sorprende sin ti,
tratando de construir un sueño con espacios reales,
con la tenacidad de mi ventana
apuntando absolutamente al mar,
y películas tristes que recuerdan la infancia,
que llevo en mis pisadas de fugaz caballero,
las ganas de encontrarte,
de encontrar mis días en ti,
amarrando mi piel a tu cintura.