Mallez

A una Eugenia llamada María

 

 

Tu imagen devota tan quieta

en mi memoria por aquellos días

como el sol de la mañana despierta

tu cara bonita cuando sonreías.

 

Con los rizos de tu cabellera

perpleja tu mirada cautivaba,

y ¡Ay! Muchacha, ¡Cómo era

la palidez mía cuando te miraba!

 

De rosa tu piel juventud

a diario se plasmaba en tus mejillas,

y el rubor en tu frente tenías

con tus rizos cayendo a plenitud.

 

¡Oh!, ¡Cuánto agrado causabas

cuando alzada en tus zapatillas

por las baldosas caminabas

como el ladrón lo hace a hurtadillas!

 

Así vienes a mi memoria

como cuando se oye la historia

de una hazaña o bella proeza

del relato que habla de tu belleza.

 

¡Oh! Eugenia, llamada María.

¡Oh! María Eugenia bendita.

Jocosa eres como la alegría

que se dibuja en tu cara bonita.