Armando Cano

NO QUISE ENTONCES.

 

No quise entonces
sino saber tu nombre,
seguir tus pasos,
rozar tu piel.
Saberte entera,
quizás distante cual nube
o paloma o gardenia
o polvo de lejana estrella.
Eres botella errante,
náufraga, salvadora, mensajera,
en la inmensidad
del solitario mar.
Traes en tus pechos
una postrer esperanza,
cual soplo de vida, rayo de luna
o fragancia de gardenia.
Traes en tus ojos una ilusión,
y en tu pelo negro
una cadena que me ata a ti.
A tus años, a tus besos,
a tus sueños, a tu amor.
A toditos tus lunares,
a tus labios, a tus dedos,
a tus muslos,
y a tus pechos como mares.


© Armando Cano.