Ruth García

Mi enemigo.

Tu fiel amigo, aquel que acabo contigo,

no culpo a una amarga agua de mi dolor,

pero te acuso a ti que fuiste un castigo,

del cual no era sabido, por culpa del amor.

 

Muchas veces lo dijeron los vecinos,

\"ese hombre será una carga en tus días\",

pensé que cambiarias e ignore los consejos,

¡Te amaba! Siempre se lo decía a mis tías.

 

¡Eras bueno! a mis padres decía,

pero ellos veían mi triste vida,

tú quien me arrebato la alegría,

y de quien juraba ¡estar enamorada!.

 

Quise salvarte de tu amigo el alcohol,

sin saber que morí lentamente con el,

bañada en sangre al salir el sol,

no apreciaba la mala vida disfrazada de miel.

 

Me dolía ver el daño que te hacías,

cuando suplicabas ¡que no me fuera de tu vida!,

era débil y te amaba, ¡que tonterías!,

debía correr y gritar, pero apreciaba el ser amada.

 

Traías flores los siguientes días,

me decías que me amabas cada despertar,

que era la causa de tus alegrías,

que si me iba te podría de un dolor matar.

 

Envuelta en promesas me entregaba,

mi cuerpo reposaba en la cama,

susurraba ¡eres mía! mientras me tocaba,

sentía el amor, sentía la calma.

 

Los golpes venían después de la luna de miel,

la misma rutina al llegar a nuestro hogar,

en el ambiente el sabor de la amarga hiel,

donde siempre se prometía no volverme a lastimar.

 

Te amaba más que a mi vida,

si te alejabas me faltaba el alma,

sentía que debía ser agradecida,

cuando solo debía solucionar el trauma.

 

Quise salvarte del alcohol con amor,

sanabas los golpes con miles de besos,

hoy la vida sabe bien sin dolor,

yo vivo feliz, sin fingir un bello ¡nosotros!.