Jair Sierra

Las voces del amor ( III - LamentaciĆ³n)

No temas si te acusa,

él que vil llega y abusa

es el mismo que se rehúsa

a volver en defensa.

 

 

Recuerda no derramar

y más bien, no parar

en sus mismas voces, llorar

sin fin, ¡con crueldad!

 

 

No busque aquí lo vil

solo espera sin prisa

lo que tú mismo

acabaste, ¡ya!, en mí.

 

 

Llega sin avisar

aquello que sin cesar

brinda a otros la felicidad

que cree en mi sin liviandad.

 

 

¿Por qué tú te enojas

si eres la que me abandonas

cada vez que a mí asomas,

la indiferencia como te antoja?

 

 

Luego, en mí no existe

aquello que causa

a toda esta estirpe

una soledad en pausa.

 

 

Sin el duelo aceptar

me ve como Dante

quien sumido a esperar

encuentra a Beatriz andante.

 

 

Sin cómo ver encontrar

en mis ojos aquel Tiresias

que evita las apariencias entrar

y ama aquello que en mi llanto se va.

 

 

En aquella lejana lluvia

era cuando a mi recurría

porque su cuerpo saciar

el hambre carnal le pedía.

 

 

Me sentía completo, pero

ahora siento que de mi se burla

y mi amor perturba

con solo decir que no me interesa.

 

 

Y si mi corazón se henchía

dentro de aquellos restos

buscaba pretextos

y de todo esto, ¡Burlarse!

 

 

Vacilaba sobre el presente

donde yo ponía

mi frágil y atenta

¡Daba más!, cercanía.

 

 

Ahora, la duda

aquella, mi amiga

quiere de mi desaparecer

sabiendo que soy el desdén

de aquello inmortal

que no conozco ni poco

pero que de mi 

se ha vuelto dueño.

 

 

Aquel vil desprecio

que fugaz me mata

desaparece con el precio

que ya no me ata.

 

 

Aquel engaño

del que feliz pertenecí

se va al antaño

que parecí evadí.

 

 

Esto de adentro

no seguirá vagando

por aquellas calles

sabiendo que no será visto.

 

 

Y si resignarse quiere

y aquello ya no vendo

entonces haga lo que fuere

y llamá al teléfono que no tengo.