Santiago Esquivel

Surrealismo poético #1

Surrealismo poético #1

 

Jugando el malabarista entristecido, con la varita rota del llanto que asemeja desnudez a la baranda universal. Yo estoy quemando trescientos mil millones de planetas crepusculares a lo largo y ancho de la extensión del firmamento. Hundes mi cabeza al agua de las estrellas, que una a una desobedecen a los átomos nacientes de un sol abatido, mírame ¿No ves que somos unos simples bichos jugando a ser hirientes?(…) Juegas al holograma palpitante que escapa de las escaleras del destino siendo, a la vez, asesinos de los lugares taciturnos donde jugábamos a ser nosotros mismos. Aráñame sobre los versos incomprensibles y derrama desesperación entre las habitaciones deshabitadas. Mi nombre se asemeja a la personalidad popular de un huracán que sueña el sueño estúpido de querer ser humano. Hoy los días empuñan fusiles y disparan mañanas. ¿No huyes cuando el mundo te dice que ya no te dice nada? Nuestras voces no suenan ni en nuestras propias vidas y nuestros oídos no pueden percibir ni nuestros propios pasos.

Los Colores impronunciables vagan solitarios por la trayectoria de metáforas. El silencio enloquece cada vez que los pájaros picotean tristes los susurros del viento. Los planetas están esparcidos a lo largo y ancho de las palabras entristecidas por inviernos crepusculares.  La antigüedad ya no culmina cada vez que nos encontramos a nosotros mismos en un espejo Porque son solo los días los que delatan la intención de los gestos del destino.